Yo también era de esas personas que le tenía terror al matrimonio, inclusive en algún momento llegue a pensar que el matrimonio no estaba hecho para mí y que mi tiempo estaba tan comprometido que no era suficiente para poder “rendir como una buena esposa.” Que grave error, no me culpo, crecí con una idea errónea, aún recuerdo cuando jugaba casita con mis primos, los hombres salían a trabajar, mientras las mujeres (éramos sus esposas de mentira) nos quedábamos trabajando en la casa para cuando ellos llegaran todo estuviera limpio y listo, recreábamos lo que para nosotros eran un matrimonio normal.
Creo que todos hemos escuchado las distintas opiniones acerca de cómo es el matrimonio, la mayoría de ellas no son muy alentadoras, “es muy difícil, en el matrimonio todo cambia, ya no eres dueño de tu tiempo y tu espacio, son dos personas diferentes intentando convivir juntas, ahora vas a tener que aguantarte todo de la otra persona, en el noviazgo todo es bonito en el matrimonio eso desaparece, la miel se convierte en hiel” etc, etc, etc. Estoy segura de que ustedes también han escuchado esas cosas.
Pero ¿por qué nadie me dijo lo que es realmente el matrimonio?
- Nadie me dijo que ahora tendría dos manos y dos piernas más, ya no peleo sola mis batallas, ahora tengo un apoyo incondicional.
- Nadie me dijo que mis sonrisas se duplicarían y mis lágrimas, aunque no desaparecerán tendrán quien las limpie de mi rostro.
- Nadie me dijo que iba a estar deseando durante todo el día que llegue el momento en que mi espacio deja de ser solo mío para compartirlo con mi esposo.
- Nadie me dijo que me iba a sentir segura en la noche cuando viera a mi esposo junto a mí, cuidándome.
- Nadie me dijo que cuando despertara y mis ojos se encontraran con esos ojos verdes llenos de ternura me iba a sentir tan completa y feliz como nunca antes.
- Nadie me dijo que cocinar para mi esposo no era una obligación sino más bien un deleite al ver su sonrisa de gratitud.
- Nadie me dijo que tendría un mejor amigo y confidente las 24 horas del día de los 7 días de la semana.
No existe un instructivo que se llame: “los 10 pasos esenciales para ser una buena esposa”. No, yo no cocino, tampoco le lavo la ropa a mi esposo, no barro ni limpio, trabajo hasta los fines de semana por lo que estoy poco tiempo en mi casa, pero esto no me hace mala esposa, porque el matrimonio es más que servirle al otro.
En el matrimonio lo más importantes es la comunicación, el respeto y el amor, aunque suene trillado, el matrimonio no depende de lo que hacemos por el otro, sino más bien de cuanto disfrutemos haciéndolo y con el amor y sinceridad que lo háganos, no depende de si se cocina una deliciosa cena o no, más bien de cuanto podemos disfrutar de una comida sencilla hecha rápido o comprada para llevar, porque lo más importante no es la comida sino la compañía y la conversación.
El matrimonio no es tan caótico como nos lo han mostrado, no es fácil, pero es hermoso, requiere de paciencia, pero sobre todo de Dios, si Dios es la cabeza de tu matrimonio te aseguro que tu experiencia con el matrimonio será igual o aún mejor que la mía.
Besos, Ele.
Fotos: RAW Shoots by Rob & Lori